Por qué los líderes políticos se cargan a las mujeres con proyección en el partido

Desde los inicios de la oratoria la mujer fue silenciada continuamente porque el mundo de la cultura helénica estaba destinado a/por/para los hombres. Telémaco en la Odisea, mandaba callar a su madre con un “la palabra debe ser cosa de hombres”. Demócrito quien abogaba por la libertad y la democracia, sugirió que la mujer no se ejercitara en el habla “porque eso era una cosa terrible”. La mujer, los extranjeros y los esclavos disfrutaban de los espectáculos en las peores localidades del anfiteatro, allí donde se veía y se escuchaba peor, no fueran a formarse más de la cuenta. Ellas nunca se quedaron mirando, a pesar del silencio que la historia les otorgó. Se desarrollaron amparadas en el hogar. Se ha documentado que detrás del éxito de Pericles estaban las palabras de su esposa Aspasia, incluso detrás del famoso discurso fúnebre del siglo V a.C que sigue inspirando a los spin doctors de grandes oradores del siglo XXI. Lo cuenta muy bien Irene Vallejo en El Infinito en un Junco. Leo estas líneas con Macarena Olona de fondo en el telediario, sin voz. La veo rodeada de micrófonos, en un tradicional canutazo. Esta mujer interesa a los medios. Bajo la vista y leo: “la palabra debe ser cosa de hombres”. Los conventos de clausura se llenaban de esplendor con mujeres cultas que en el siglo XVI y XVII se enfrentaban a la Inquisición o influían en los devenires de la corte. Desde las Descalzas Reales o la Encarnación en Madrid, mujeres de hábito mucho más inteligentes y preparadas que los señores que han pasado a la Historia, cambiaban el rumbo de los acontecimientos.[1]

Carmen Calvo, Macarena Olona, Carolina Bescansa, Cayetana Álvarez de Toledo

En 2022, me admira que las mujeres en la política, como en muchos ámbitos de la vida pública y privada queden relegadas a ese silencio a la vista de todos sin que nadie diga nada, ni siquiera alguna de las suyas porque la ideología lo inunda todo. ¿Es cosa mía? ¿No lo ve nadie más?

En 2022, me admira que las mujeres en la política, como en muchos ámbitos de la vida pública y privada queden relegadas a ese silencio a la vista de todos sin que nadie diga nada, ni siquiera alguna de las suyas porque la ideología lo inunda todo. ¿Es cosa mía? ¿No lo ve nadie más? Olona no ha sido la única, ni VOX  el único partido. Vamos a recordar algunas como Cayetana Alvarez de Toledo en el PP, Carolina Bescansa en Podemos y Carmen Calvo en el PSOE. Son solo algunas, hay más. Todas tienen en común que son mujeres intelectualmente formadas, son inteligentes, con trayectorias interesantes más o menos en el mundo privado, referentes para su electorado en distintos ámbitos y aquí radica lo más importante, locuaces oradoras que llaman la atención de los medios de comunicación de masas. Es decir, demasiada visibilidad con argumentos a veces en contra del argumentario del partido. Igual es que piensan mucho, más y mejor y eso molesta.

En política hay muchas formas de neutralizar a un candidato.

No voy a entrar en todas. Lo normal son las desautorizaciones públicas, la desacreditación mediática, pero donde nunca sabremos lo que pasa es en un despacho del partido. De ahí, la mujer sale con una actitud u otra. Puede ser que opte por dar un paso atrás como Carmen Calvo y seguir en el partido, porque a estas alturas de la vida no quiero perder lo ganado. Las hay que pueden volver a sus quehaceres universitarios ahora con más materiales para sus alumnos de primera mano, o bien a sus labores politólogas de asesoramiento como Carolina Bescansa. Pero las hay que se revuelven quemándose a lo bonzo en culebrones mediáticos como Macarena Olona y ya hiciera Alvarez de Toledo. Esta última ahora calla, disfruta de escaño y sueldo y vota cuando considera oportuno en contra del voto de su partido que constantemente amenaza con expulsarla. Olona se ha venido arriba y ya piensa en hacer un partido a su medida. Pero esto es otra cosa.

Todas ellas han sido elegidas en un primer momento por su brillantez por el líder que viste pantalones. Pero no se nos olvide que en España todavía, el brillo en un partido liderado por un señor, coloca a las señoras a brillar en segundo plano, a poder ser en la vitrina del salón por donde pasan las visitas. Ellos las quieren lucir solo en las grandes ocasiones. Pero llega un momento que la segunda de abordo se da cuenta que es mejor que el señor que les lidera. Es capaz de atraer la atención de la opinión pública y se convierte en un referente para muchos votantes ávidos, por cierto, de referentes femeninos. Algo que el señor y los señores de los que se rodea el líder -infinitamente más mediocres que el líder- no son capaces de aguantar. Se convierten en personas irritantes cuando en el resumen de prensa del partido resulta que han tenido más impactos sus palabras que las del propio líder con pantalones. ¿Qué hacemos ante esta situación? “Está claro”- piensa el líder y colaboradores con pantalones: “Neutralizarla”.

No son las únicas a las que han cortado por si la sombra oscurece al líder. Tengo la impresión, llámame loca, que los partidos políticos en España siguen liderados por señores que no quieren ver en la Moncloa una presidenta de gobierno, no vaya a ser que se trastoquen los planes, los suyos claro. Solo Podemos tiene una mujer como secretaria general, Ione Belarra. Y seguro que muchos son los que creen que son más hombres los que se decapitan en política que mujeres. Claro hay más hombres en la política. En 2022 el 36% de los puestos directivos en España están ocupados por mujeres, algo que nos sitúa en el top 10 de los mejores países de la zona. Es el porcentaje más alto de la historia de nuestro país. A mí me parece testimonial a pesar del buen dato que se celebra. Porque la realidad de la empresa es la misma que la que hoy llama nuestra atención hacia la política, siguen viendo en la inteligencia y la palabra de las señoras un peligro para sus intereses. No los de la sociedad o los del partido, sino los suyos  propios.

Insisto, ¿son cosas mías? ¿No lo ven los medios que no dicen nada? Igual es que en los medios también pasa algo parecido. Igual.


[1] https://hispaniasacra.revistas.csic.es/index.php/hispaniasacra/article/view/912


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