Por qué el podcast es un gran refugio para el slow journalism

Esta semana se ha presentado el último proyecto de podcasting de la Cadena SER, “Crónica 24/7”. Lo presentan como un podcast dedicado al reporterismo semanal. Cada sábado por la mañana estará disponible un episodio dedicado a las historias y a la gente con historias. Al frente del proyecto está un grande de la casa Pedro Blanco que presenta el proyecto como “periodismo pausado y atento a la realidad, una revista semanal que suena a la vida y a la actualidad con la forma de contarla de los periodistas de la casa en España y en el resto del mundo”. De nuevo un producto sonoro que no encuentra su hueco en la antena pero que se presenta con la marca informativa de la cadena decana, algo que siempre han sabido vender muy bien. ¿Desde cuándo la radio ha dejado de ser periodismo pausado y atento a la realidad?

¿Desde cuándo la radio ha dejado de ser periodismo pausado y atento a la realidad?

La radio se lanzó por los caminos del apresurado consumo que impusieron los consultores como una forma innovadora de ofrecer muchos contenidos sin apenas profundizar en ellos, herencia del consumo y la lucha por la atención que han marcado las redes sociales. Yo he hecho crónicas de 25 segundos, reportajes de un minuto y medio, entrevistas “en profundidad” de cinco minutos, y he asistido a cómo un autor presentaba en directo el libro, la película, el disco o la obra que le había llevado más de un año de su vida en diez minutos. El objetivo es que ese periodismo pausado que llenaba la antena al menos cada media hora, con el reposo de una charla inteligente, interesante y documentada, ha relegado la escaleta a una especie de radiofórmula de contenidos con quesitos diferentes que cambian de tema cada 8-10 minutos. Todo sea dicen por mantener la atención del oyente que se cansa rápidamente de contenidos más largos. Pocos son los que se atreven a entrevistas de una hora si  no aparecen salpicadas de contenidos paralelos que acaban diluyendo lo importante. Es una oferta radiofónica que, por lo visto, los oyentes prefieren a juzgar por los datos de audiencia. Y no seré yo quien diga lo contrario.

Podcasting y slow journalism

Ahora bien, el caso es que el podcast, de nuevo, se hace refugio de lo que la radio desecha en la antena síncrona, con toda la naturalidad del mundo. El “periodismo pausado”, la traducción del slow journalism, es el periodismo de los que tienen algo de tiempo y la convicción de que para profundizar, el snack cultural solo crea sociedades a las que les suenan las cosas con un poco de suerte, pero que son incapaces de crearse una corteza de opinión pública cimentada en la verdad. Y luego el rebaño desatado, ya sabemos que acaba saliendo y entrando de los capitolios que se presten. Se trata de una corriente transversal dentro del periodismo “destinada a incrementar la calidad de los productos informativos digitales añadiendo calor a través del contexto, el análisis y la interpretación de los hechos narrados de forma rigurosa” (Benaissa, 2017). El slow journalism no es un género en sí mismo, sino un proceso periodístico para el que se puede aplicar todos los géneros periodísticos, con el objetivo de aportar información que suponga un doble check contrastado en un momento donde la desinformación por exceso, o lo que es lo mismo, la infoxicación en la era de la posdigitalización, no nos deja mirar hacia el lugar donde habita la información con poso.

Si hay un género que se adapta al slow journalism es el reportaje.

Si hay un género que se adapta a este proceso informativo es el reportaje. Tanto por su libertad creativa y sorpresiva, como por su capacidad de conectar con la gente. Un género que exhibe su poderío con la impronta de cada reportero, con la posibilidad de describir, ambientar, reflejar y reflexionar sobre cualquier tema de actualidad. El embrión del reportaje es la noticia, basada en hechos factibles o no, pero crece con la capacidad que cada periodista tiene de mostrarnos las historias que se esconden tras los hechos. Y desde luego que, si hay un género de géneros para contar historias porque abraza a la entrevista, la crónica, el comentario, o la tertulia, ese es el reportaje de historias de vida, el reportaje de storytelling research. Es acertado utilizarlo porque crea engament con una audiencia ávida de conocer, de identificarse, de dejarse empapar de experiencias donde el éxito está asegurado si el héroe o heroína de la vida gana como en Marvel, o al menos deja una puerta para resucitar. El mundo está harto de cifras, quiere caras. Además, permite explotar los recursos sonoros de manera especial, para llegar a través del sistema límbico a los sentimientos.

No sé si en SER Podcast le han dado tantas vueltas a esto, o simplemente les ha salido así porque este es el producto que más nos gusta hacer a los periodistas de audio y te salen las cosas casi sin pensarlo, sin teorizar porque sabes identificar el pata negra del sonido. Conmigo tienen un oyente cada semana, sin agobios, sabiendo que si lo publican el sábado tengo siete días por delante para consumirlo. Sin demorarlo demasiado, eso sí, porque va al hilo de la actualidad.

Otras experiencias en esta línea de plataformas de audio o radios generalistas es la segunda temporada de XRey (Spotify) un documentado repaso informativo por la vida y reinado de Felipe VI, continuidad de la serie dirigida por  Alvaro de Cózar y producida por Toni Garrido que no te puedes perder. El true crime que tiene mucho de slow journalism, de reportaje, de docudrama en algunos casos encuentra afortunadamente su refugio en el podcast. Te recomiendo “La emboscada. El caso Ardines” creado por Javier Cancho (Onda Cero), “Gal: el triángulo”, del veterano periodista de interior Antonio Rubio (Podimo) o “El rey del cachopo” (Spotify). Las joyas sonoras de Radioambulante (NPR) son grandes reportajes de la vida latinoamericana o los que hacen en Telemundo desde la NBC. Son un claro ejemplo de periodismo sonoro desde el reposo para el que la radio, cada vez con redacciones más mermadas, ha dejado de crear.

Sí, el podcast es el lugar adecuado para el slow journalism, porque el podcast bien hecho lo aguanta todo.

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