
Durante estos días llevamos asistiendo a un bochornoso panorama en la oratoria política española. Cuando lo que se necesita es construir de nuevo un país tocado por una pandemia sin precedentes por el covid, nos encontramos con una clase política inmersa en el barro de la dialéctica más sucia, que salpica a las calles, léase redes, para seguir arrojando ideología que no llega a ningún sitio. Estaba yo en estas cuando, de repente, escuchar el análisis de Inés Olza, lingüista, propulsora del movimiento #reframecovid, me ha llenado de esperanza al ver que otros muchos se han dado cuenta y trabajan por encontrar las claves y, lo que es más importante, dar soluciones. Y ¡ojo! algunas empresas lo están utilizando en sus campañas de comunicación rehechas durante la pandemia.
Creación del lenguaje
Es fantástico escucharle hablar sobre la creación de un nuevo lenguaje a una velocidad increíble. Dice Olza que antes hubieran hecho falta dos generaciones para incorporar y asimilar palabras, hoy todo va tan rápido que ese lenguaje se incorpora sin apenas tiempo para reflexionar sobre lo importante. El término técnico COVID19, se ha convertido en sustantivo covid; hemos tirado de creatividad léxica para generar nuevos términos: coronavirus, coronoadivorcio…; términos existentes a los que se les da un nuevo uso: desescalar, Nueva Normalidad, confitarse…
He oído varias veces a Luis Castellanos (@palabrasaladas) decir que si cuidas tu lenguaje, él cuidará de ti y que, si cada mañana elegimos la ropa del armario que nos ponemos, por qué no elegimos las palabras que vamos a utilizar durante el día. Esas palabras y el uso que se hace de ellas pueden ser determinantes para nuestras relaciones y promueven la cultura del encuentro y la cohesión social, o por el contrario nos pueden situar en el punto peligroso en el que estamos.
¿Ha sido correcta la elección de un lenguaje basado en la metáfora bélica elegido por el gobierno?
¿Ha sido correcta la elección de un lenguaje basado en la metáfora bélica elegido por el gobierno? Un lenguaje belicista que los expertos en comunicación sabemos que llama a la unidad ante el peligro: el enemigo común. Todos a una. De hecho, la lucha en la unidad, sacando el bíceps a modo de emoticono, es alentador para los enfermos de cáncer. Es buscar la fuerza necesaria para plantarle cara al problema al que señalamos, ponemos nombre y embestimos emocionalmente unidos en la fuerza. También se ha comprobado que las guerras para ser efectivas deben ser cortas, mantenerlas en el tiempo producen el efecto contrario. En una sociedad mantener la lucha contra un virus en el tiempo, hace desaparecer paulatinamente hasta a los aplausos mejor intencionados de las ventanas.
Pedro Sánchez, presidente de España, desde sus primeras comparecencias optó por expresiones del tipo “vamos a vencer al enemigo todos juntos”, “ganaremos esta guerra”, “movilizar recursos”, “responder con todas las armas”. Y nos hizo creer sacando a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad junto a los expertos, al gobierno y a Fernando Simón, que la España militarizada estaba luchando contra el virus. Al final hubo que retirarlos de las comparecencias, porque los uniformes les salieron ranas ya que en política se habla diferente que en los ejércitos, donde el pan es pan y el vino es vino. En política, la comunicación al servicio de la ideología, nos vende el agua del grifo como vino de la mejor cosecha. Se llama persuasión, degenera descaradamente en propaganda y, oye, funciona así pasen muchos años.
Ambiente social y político
Nos han creado un ambiente metafórico de guerra desde la tribuna política, han hecho responsable a los ciudadanos de esta lucha, a los sanitarios les han convertido en héroes y lo peor, nos han dividido en bandos. Se han reproducido insultos propios de la lucha de clases de otra época en la tribuna del Congreso, porque sin entrar en políticas ni en ideas, el discurso ha arrastrado a los demás. No es un discurso único de España. Macron en Francia se abrazó a él, Johnson en el Reino Unido y Trump en Estados Unidos también. Y fíjate la que tienen montada en las calles ahora mismo, en un episodio de violencia sin precedentes.
#ReframeCovid
Reframecovid propone renunciar a ese marco bélico y crear metáforas que nos permitan avanzar en positivo: “remar en la misma dirección”, “avanzar juntos”, “frenar la curva” etc. Algo que han hecho desde el primer momento los políticos alemanes. Quizás la reminiscencia del dolor sufrido por el pueblo alemán ha alentado la búsqueda de un lenguaje que no levantara las heridas. Es lo que hacen las sociedades que han sufrido una guerra y apoyados en la concordia han dejado atrás un pasado, con el objetivo de tener futuro como sociedad. Como recuerda Dragamar Paulus en The Conversation, Angela Merkel ha hablado de “tarea histórica”, de “gran desafío”, de “prueba real”. Su primer ministro ha elegido para definir esta época expresiones como “tiempos serios”, “crisis dramática”. Y si ha habido que utilizar metáforas se ha optado por “tiempo de hielo” o “carrera de larga distancia”.
¿Por qué en España se vuelve a ese lenguaje que pone los pelos de punta? ¿Existe interés por crear esta crispación política y social? ¿Quién gana terreno político en todo ello? Claramente las posturas más polarizadas, las que a golpe de WhatsApp o twitt sacan a la calle a la gente de buena voluntad (o no ) cabreada y dividida en bandos de colores que no existen. Porque el bando es el mismo: sacar adelante un proyecto económico viable en España que la devuelva al lugar que le corresponde.
Inés Olza explica como solo en una ocasión Sánchez utilizó la metáfora de “postguerra” para el tiempo que estaba por llegar. No lo ha vuelto a utilizar afortunadamente. En España la postguerra seguro que recordarás, duró mucho más que la guerra. Los niños de entonces son los que tiemblan al oír una palabra que da más miedo que esperanza.
En Twitter es verdad que se ha rebajado ese discurso belicista mínimamente. Ahí Moncloa ha optado por utilizar mensajes de concordia, unidad y solidaridad quizás sabedores del fango dialéctico que la red es capaz de crear y del que no se libra nadie. Y ha mezclado este vocabulario con vídeos de imágenes que apelaban a «todos unidos».
Al parón de la economía, parón total y absoluto lo ha llamado “Hibernación”. En el ideario global la marmota hiberna y vuelve cada año como si no hubiera pasado nada, hermosa, gorda y turgente. Pero es que aquí sí ha pasado a juzgar por los datos del INE (48.000 muertos) y los del paro (3.857.776 desempleados). Las cifras de muertos cada día no se publican eso sí; dicen los que entienden que las decisiones de los expertos avaladas por las cifras que tantas veces se han mencionado, no pueden justificarse ahora con los datos, así que, antes de que se conviertan en una trampa, los suprimimos. Arreglado.
Algunas empresas se han lanzado a este lenguaje: reconquista….
Reacción: #Reframecovid
Hay medios de comunicación que se han abrazado al discurso bélico, y otros que lo rechazan abiertamente. En comunicación la elección del escenario, de los portavoces y de las palabras puede hacer virar a un país entero que cae en la trampa del lenguaje donde permiten anidar muy bien los sentimientos. Huyamos, ahora que hay tiempo, de la militarización del espacio público, sin frivolizar. Por sus obras les conoceréis pero, en este mundo de la comunicación, por sus palabras también.
La iniciativa #ReframeCovid recoge todos estos cambios en el lenguaje para estudiarlos. Te dejo por aquí la página por si quieres colaborar.
https://sites.google.com/view/reframecovid/
Nos han hecho creer que vivíamos una guerra y cualquier cerilla puede prender más fácilmente entre el cansancio, el miedo y la mentira. La violencia no prende si hay esperanza, si nos escuchamos, caminamos juntos hacia el diálogo y el encuentro. Pero para escucharnos hay que reducir el ruido y cuidar las palabras que elegimos en nuestro discurso. Victor Klemperer en La lengua del Tercer Reich escribía que “Las palabras pueden actuar como dosis ínfimas de arsénico: uno las traga sin darse cuenta, parecen no sufrir efecto alguno, y al cabo del tiempo se produce el efecto tóxico” que no es otra cosa que la muerte.
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