Estoy viendo en los perfiles en las redes sociales que en las casas muchos ya han puesto el árbol de Navidad. Y no me extraña que haya ganas de decorar las casas con las cosas tan bonitas que hay en las tiendas. A mi la Navidad me encanta y la decoración de esta época me vuelve loca. Tengo un par de tiendas localizadas en las que todos los años hay que comprar algo por sencillo que sea para cambiar el aspecto de nuestro hogar, aunque también te digo que optimizo mucho. Soy de las que se va de vacaciones a Francia en Agosto y si veo un detalle navideño que me guste, lo compro y lo guardo. En Brujas he llegado a comprar en Julio adornos para el árbol. Los guardo con ilusión alimentando las ganas de lucirlos, es decir, las ganas de que llegue la Navidad. Sin embargo, no se me ocurre ponerlo en Septiembre. Lo que sí tengo todo el año es un minúsculo misterio en mi habitación que me reconforta cuando lo veo.
Lo que quiero decir con esto es que el negocio de la Navidad nos incita a consumir con urgencia, con vehemencia y a hacer campañas largas como El Corte Inglés en ocasiones vacías de contenido espiritual. Porque decir que la Navidad es un estado de ánimo es quedarse corto. Lo es porque te sientes diferente, la mayoría más alegres, otros más tristes y todos esos brillos y luces nos alegran el alma. Creemos que es la época del año para ser mejores, solidarios y alegres ¿y el resto de los once meses?
Yo te animo a que te acerques un poco más al sentido auténtico de la Navidad. Veo en el gimnasio como en las clases de estiramientos, en la «relajación», se termina recomendando hablar con nosotros mismos, nos animan a buscar un Tótem, una luz, una estrella, un planeta o un animal que sale del fuego para decirle como nos sentimos, para sonreírle y decirle como estamos. Pero es que ese ser superior que todos buscamos existe en tu vida aunque tú no hayas reparado en Él. Le puedes hablar, le puedes llamar por su nombre, (aquí un@ amig@, aquí Jesús) le puedes contar lo que te preocupa, lo que te ilusiona, le puedes pedir lo que necesitas, porque te vas a sorprender que te escuche y que las cosas en tu vida empiezan a ordenarse. Y tiene nombre se llama Jesús, y en menos de un mes está entre nosotros.
Para preparar su llegada hay un periodo de cuatro semanas que se llama Adviento y es una época preciosa. Es un momento de interiorizar, de prepararnos para el cumpleaños, como haces con el cumple de tus hijos.
Piensas en Él, en lo que necesitas para recibirle, en lo que Él puede necesitar, en tu casa, en tu espos@, en cómo se lo van a tomar tus hijos. En casa hacemos siempre dos cosas, una preciosa corona de Adviento y un calendario. El calendario es genial y en Pinterest tienes ideas estupendas para hacerlo con cariño con los más pequeños y adecuarse a las diferentes edades.
Anímate a hacer un calendario y una corona de Adviento.
Hacer estos dos ejercicios previos a la Navidad te puedo asegurar que te harán sentir mejor y alimentar esas ganas de decorar tu casa.
En la corona se usan cuatro velas y cada domingo se enciende una para llevar la cuenta atrás de su llegada, los cristianos rezamos ese momento de manera sencilla todos juntos y nos vamos preparando para el día 24. Y claro que pongo la Navidad, suelo hacerlo durante el Puente de la Inmaculada, porque igual que tú tengo unas ganas locas.
Te animo a que lo pruebes este año. Es una experiencia muy bonita que transmite un montón de valores a los más pequeños y a los mayores nos da una fuerza especial que si sabes escucharla, te hablará a través del corazón y cuando la descubras, ya no podrás parar. Feliz Adviento.
Laura Oton on life 