¿Qué se siente al cumplir 92 años?

A sus 92 años Carmen se pregunta cada día por qué sigue viva.imagen abuela 3 Su madre tenía mucho miedo que la niña, su única hija, pudiera irse de este mundo antes de tiempo por unas anginas mal curadas. Carmencita entre algodones se crió, en una casa que llamaban el Hotel con su madre, su padre y su abuela. Su padre José, asentador de patatas. Esta foto de estudio se la hizo él y siempre la llevaba en la cartera, la misma cartera que su madre recogió tras darle un infarto fulminante,  murió muy joven recién cumplidos los cincuenta.
Carmen dice que no servía para estudiar, que no le entraban las cosas y entonces ni se insistía, ni se sentía frustración porque una niña no continuara sus estudios. Mientras vivía estudiando corte y confección una vida acomodada,  llegó la guerra. A los 12 años tienen que trasladarse de Madrid a Valencia, no pasó hambre pero el miedo se la comía por los pies.

Carmen reconoce que ha sido muy feliz. Felix su marido se cruzó en su camino de vuelta a Madrid y no se separarían hasta que a él le llegó su momento. Felix siempre decía que prefería morirse antes que ella porque no sabría qué hacer sólo. Y así fue. Porque Carmen, matriarca de guante blanco, tejía como sus paños de ganchillo impecables, la red familiar que sostendría todo lo que la rodeaba, matriarca en la sombra con guante blanco. Lo que Felix diga, pero Felix siempre decía lo que ella quería decir…Sus dos hijos, sus dos orgullos, su Felixín y su Jose, a los que daría una vida forjada de trabajo y esfuerzo, y a los que transmitiría el valor del sacrificio, la honestidad y la bondad.

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Mujer temperamental, abuela a los cuarenta y nueve, necesitada de hijas arrancó de las manos de la comadrona a ese primer  “paquete moreno y feuco” para quitarle el pañal y ver que no la engañaban…emocionada hizo un pacto en silencio de protección hasta que la vida me dé fuerzas. Y las tiene, pero ahora se reducen a una cajita de cerillas de la que echa pestes porque su mente va por delante de un cuerpo que ya no responde. Siempre enérgica, imparable, trabajadora de delantal con puntillas blancas para despachar pan o lo que hiciera falta, mujer de suelos de espejo  y colchas impolutas blanqueadas de azul añil. Con un ganchillo en la mano con Algodón Egipcio en agosto o con unas agujas y lanas del Gato Negro en noviembre, sentada en el patio madrileño rodeada de pilistras o en el jardín  de San Juan en verano que ella cuidaba con esmero.

Carmen ha hecho las mejores torrijas del mundo, las gachas más ricas del planeta, la tortilla de patata más espectacular que hayas probado en tu vida…y todo eso reconociendo que no le gusta cocinar. Ahora no tiene ganas de nada, dice, no tiene ilusión por nada y está convencida que tiene que haber una vida al lado de Dios porque siente a todos los que amó y ya no están,  cerca de ella, cuidándola. “Sólo quedo yo”, repite cuando se pone a pensarlo, porque no se acuerda de lo que ha comido ayer, pero no se le olvida como era el vestido que se hizo para su boda.

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Con su segunda bisnieta Miss S

No le gusta verse ahora en fotos porque recuerda todo el dinero que se dejó en cremas sin que su marido se enterase. Verse con 92 años y no creerlo, “Yo muchas veces cuando me pongo a pensar digo que esto no es posible, que yo no tengo esta edad” Pues la tienes, y tienes la dignidad que aunque pienses  se sostiene sólo por un bastón de empuñadura plateada, está apuntalada en lo que has dejado durante toda esta vida en todos y cada uno de los que te hemos acompañado y a los que has querido y te queremos. Gracias.

Mi abuela se llama Carmen y hoy cumple 92. ¡Felicidades!

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2 respuestas a “¿Qué se siente al cumplir 92 años?

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